Girona y Napoleón.
Obras de Rafael Compta y Carles Quilmetas.
Música Antiga
de Girona
presenta en su segundo CD composiciones inéditas de la época
de los asedios napoleónicos provenientes de la Capilla de Música
de la Catedral y conservadas dos de ellas en el archivo capitular. Son
obras que muestran la actividad cultural de la Girona del 1800 y su evolución
dentro del ámbito musical, entre los estilos antiguo y moderno,
representados por Rafael Cuenta y Carlos Quilmetas.
Girona, situada entre la frontera francesa y Barcelona, sufrirá
en 1808 y en 1809 tres asedios que provocarán la desaparición
de la mitad de sus habitantes, muchos destrozos materiales y la estancia
durante unos años de hasta 4.000 franceses que intentaban controlar
uno de los caminos principales de abastecimiento de sus tropas que luchaban
en la península y que pasaba por Girona. Los destrozos que esta
resistencia comportará, tanto materiales como morales, marcarán
profundamente el futuro de la ciudad hasta nuestros días.
El desbarajuste cultural provocado por los asedios generará un
vacío profundo dentro de los grupos cultos de la ciudad. La oposición
entre gerundenses afrancesados y antiafrancesats, entre -grosso modo-
antiguos y modernos, que los hechos militares acentuarán, la encontraremos
también en la contraposición de la obra de los dos músicos
gerundenses que aquí presentamos: Carlos Quilmetas, violín
y contrabajista, y Rafael Cuenta, maestro de capilla. Ambos vicenses,
con una diferencia de edad escasa que los hace casi de la misma generación,
trabajaron, los dos, artísticamente para la catedral gerundense,
pero con estilos musicales muy diferentes.
Carlos Quilmetas (Vic 1756, Girona 1775 hasta 1834) violinista y contrabajista,
fue el primer laico permanente de la capilla catedralicia. Instrumentista
virtuoso, trabajó más de cuarenta años al servicio
de la catedral, soportando las durezas de los asedios y la presencia francesa,
época en que pasó hambre y tuvo que pedir limosna en el
Capítulo para poder alimentar a su familia. Y pocas cosas más
sabemos de él. El manuscrito original de esta sinfonía se
conserva en la Biblioteca de Cataluña después de que Carreras
Dagas, maestro de capilla entre 1851-1860, la vendiera cerca de 1900 a
la Diputación de Barcelona junto con otros notables partituras
del archivo catedralicio, ocultándose su procedencia en el catálogo
que publicó.
A finales del s. XVIII la obra de Haydn tuvo una difusión extraordinaria
por toda Europa, aprovechando los nuevos espacios musicales que creó
la burguesía ascendente. El oído de este nuevo público
pedía unos espacios, unas formas y unos efectos musicales nuevos
que las sinfonías colmaron. Esta sinfonía hay que entenderla
en este marco. En Cataluña, donde el nuevo público burgués
estaba en fuerte expansión, la sinfonía tuvo un eco notable,
mientras que en el resto del estado parece que su difusión fue
más escasa, ya que este movimiento de modernización no dependía
de las instituciones que hasta entonces habían ejercido de mecenas
culturales, la Iglesia y la nobleza, sino que dependía del éxito
que sus compositores encontraran entre este público nuevo, que
acabará pagando para poder disfrutar de estas nuevas composiciones.
No sólo en Barcelona se compusieron sinfonías, también
hubo en otras ciudades de Cataluña, donde el nuevo público
empezaba a crear una cultura propia y diferenciada. En Girona hemos podido
localizar hasta ahora cuatro autores que se arriesgaron a componer esta
nueva música para este nuevo público. Carlos Quilmetas,
Bernat Bertran, Josep Pons y Antoni Guiu compusieron sinfonías,
siguiendo el modelo de Haydn, y así no será extraño
que en el archivo capitular se conserven de él tres partituras.
No sabemos si esta sinfonía de Quilmetas fue presentada alguna
vez al público gerundense. Era quizá la música que
se tocaba en la Catedral entre algunas horas canónicas como se
ha sugerido? Quizás fue en la Academia de Música que tenían
los dominicos gerundenses y donde el maestro Cuenta presentó en
1803 un oratorio? No lo sabemos, como tampoco sabemos la fecha exacta
de su composición. Como singularidad formal hay que remarcar que
esta sinfonía sólo tiene tres tiempos (rápido-lento-rápido)
y que el primer tiempo va precedido de unos compases lentos, al estilo
de Haydn. El minueto central es característico del estilo galante.
Sus melodías son refinadas y se unen entre ellas con una elegancia
y con una frescura muy nuevas, signo de la nueva etapa cultural que las
sinfonías gerundenses representaron en aquel momento cultural,
contrastando con el estilo musical de Cuenta, más sólido
y dirigido a un público bastante más amplio.
Rafael Cuenta: (Vic 1761, Girona desde 1794 hasta 1815) accedió
al cargo de maestro de capilla en 1794 en plena Guerra Grande, después
de perder las oposiciones detrás de un hermano suyo, pero como
este renunció, la plaza fue para a él. Enseguida pidió
un aumento de sueldo, que le fue concedido, para poder mantenerse él
y los cuatro monaguillos de corazón que de él dependían,
ya que la guerra había hinchado los precios. Tres años más
tarde, sin embargo, fue expedientado por no tener suficiente cuidado de
estos monaguillos, ya que iban mal vestidos, peor comidos y no recibían
la instrucción que les había de dar. Son los años
en que prepararse para ser ordenado sacerdote. Como músico alcanzó
un notable prestigio gracias a que sus composiciones no eran rompedoras
y tenían una cierta distinción, incluso alguna de ellas
llegó a Madrid. Su salud debería ser escasa ya que más
de una vez tuvo que ir a curarse fuera de la ciudad. Fue en una de esas
ocasiones, cuando regresaba a Girona desde su Vic natal, cuando murió.
Era agosto del 1815.
Provisionalmente podemos caracterizar su estilo como el de un compositor
que no se aventura en novedades y que continúa utilizando los recursos
musicales anteriores con pocos retoques, como por ejemplo en su escasa
utilización de la viola. Su melodía es efectista y popular
a la vez. Como maestro de capilla se vio obligado posiblemente a hacer
una síntesis personal entre las diversas corrientes musicales que
había conocido a lo largo de su vida.
"Saltando y brincando Villancico burlesco", primera de las composiciones
de este CD, fue escrito para la Navidad de 1813, cuando hacía ya
cuatro años que los franceses estaban en la ciudad. Con burlesco
se designaba un tipo de villancico con muchas concesiones a los gustos
populares, lejos de la rigidez de los textos litúrgicos. La letra
es propiamente una teatralización de un aspecto secundario de la
narración evangélica, de regusto popular y que evita las
referencias a los temas trascendentes. La sorprendente crítica
a los médicos de la época hay que entenderla como un signo
de su enfermedad, ya que moriría meses después. En el texto
los pastores, haciendo camino, hablan de temas banales, de comer y beber,
y además uno de los pastores lleva un nombre esclarecedor: Malvasía.
Estos detalles son una referencia a las privaciones vividas en la ciudad
en aquellos momentos de ocupación y guerra. Al llegar a la Cueva
ofrecen al Niño unos alimentos, pero sobre todo un bolero acompañado
de una letra que no es otra cosa que una crítica directa al invasor
francés. Este baile era considerado como baile de moda en la corte
borbónica y por eso lo utiliza aquí el compositor como elemento
de afirmación local ante la moda francesa. Cuenta consigue aquí
una pieza notable todo ridiculizando manfredines y bolangeres, bailes
importados que deberían practicar algunos gerundenses. A lo largo
de toda la composición la versificación es forzada en más
de una ocasión, como si el texto de la pieza no se hubiera podido
acabar de pulir. Si el texto y la teatralización no son demasiado
exitosos, la melodía muestra una influencia italiana nada extraña,
con una cierta rusticidad toda pastoral. Con el paso de los años
muchos de los elementos de esta teatralización serán expulsados
de la catedral y pasarán a formar parte de lo que hoy día
conocemos como los Pastorets.
El "Te Deum" de Fernando VII (1814): Fernando VII llegó
a Girona el 24 de marzo de 1814 desde Figueres, proveniente de Valençay,
donde había sido recluido durante seis años. Hacía
diez días que los franceses habían abandonado la ciudad,
y en ella quedará cuatro días y medio, estancia que políticos
y militares aprovecharían para presionar al joven rey en un tema
capital: había que derogar la constitución liberal de 1812?
Este dilema lo perseguirá hasta el final de su vida. La entrada
a la ciudad fue espectacular: la carroza real necesitó más
de una hora para ir desde Pont Major hasta Casa Carlos, residencia del
rey, tanta era la gente que lo quería ver. Al día siguiente
el Capítulo lo recibió con este canto litúrgico de
acción de gracias, cantado en la Catedral con toda solemnidad.
Al terminar, el rey bajó por la gran escalinata momento que rememora
el cuadro de Buenaventura Planella, topógrafo militar allí
presente y que puede verse en la presente edición.
La composición comienza con una breve introducción orquestal
muy singular, basada en la conocida melodía burlesca Napoleón
tenía cien soldados. Esta melodía es aún hoy muy
viva en Cataluña, pero curiosamente es desconocida en el resto
de la península. Se canta suprimiendo una palabra en cada estrofa,
haciendo referencia a que los agricultores jóvenes incorporados
a la fuerza a las tropas napoleónicas cuando éstas avanzaban
por Europa, las abandonaban en cuanto podían. Es por eso que en
francés se canta pasando de los 500 soldados de la primera estrofa
a los 400 la segunda y así en cada estrofa va menguando la cantidad
hasta llegar a cero. Tras esta breve introducción la orquesta continúa
con el texto latino a cuatro voces acompañadas por violines primeros
y segundos, oboes y trompas, sin viola, pero. El ritmo comporta elementos
militares fácilmente perceptibles de los que ignoramos la intencionalidad.
Es una composición solemne que debería hacer olvidar durante
unos minutos las penalidades del momento tras los años de guerra
y ocupación francesa.
Jaume Pinyol y Balaschsch y Jaume Pinyol
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